Masculinidad... ¡qué palabra! Básicamente viene a definir lo que pasa (el proceso) para llegar a ser "hombre". Como ya te puedes imaginar, existen muchas formas de ser hombre y, por tanto, se habla de “masculinidades”. En esta entrada nos vamos a centrar en la tradicional, en esa que te viene a la mente cuando oyes la palabra "machote" (modelo masculino tradicional).
La masculinidad es un fenómeno cultural, pues las características van a cambiar mucho dependiendo de la sociedad o cultura a la que mires. No es un proceso biológico. Lo biológico tiene que ver con sexo y lo social con género. Y, en este punto, te recomendamos que refresques la diferencia que existe entre sexo y género para tenerlo más claro...
- poder-dominación sobre las mujeres y sobre otros hombres (con la contradicción precisamente de que muchos hombres no experimentan que sean poderosos, sino lo contrario);
- necesidad de demostrar la 'hombría';
- la violencia como forma de resolver conflictos;
- la fuerza física;
- la no expresión de las emociones (te sonará eso de “un hombre no llora”);
- el endurecimiento como forma de afirmación masculina;
- pasar por “rituales” que le convierten en “hombre”;
- la agresividad;
- la competitividad;
- el mito del ganador: hacer, lograr, actuar...;
- el control (de las situaciones, las emociones, etc.).
Tal y como dice Elisabeth Badinter sobre la identidad masculina: “XY es la fórmula cromosómica del hombre; si no se producen accidentes de trayectoria, ambos cromosomas desencadenan los mecanismos de la diferenciación sexual que hacen que un hombre no sea una mujer”. Y en eso precisamente se basa el ingrediente principal de la construcción de la masculinidad tradicional: en ser de todo menos ser mujer, es decir, diferenciarse en todo lo posible del “ser femenino”.
- El 95% de los homicidios del planeta son cometidos por hombres (ONU, 2013), el 93’2% de las personas en prisión son hombres (WPL, Universidad de Londres, 2018), el 75% de los suicidios son llevados a cabo por hombres (600.000 cada año)… Son ejemplos que reflejan una realidad objetiva que indica que “la violencia es cosa de hombres”. Para saber más sobre esto, puedes leer el blog de Miguel Lorente.
- Aunque son más los hombres que se suicidan, las mujeres presentan porcentajes más altos de depresión. Esto, según los psicólogos americanos, muestra el silencio emocional en el que viven los hombres por un mandato social mal entendido y poco cuestionado. Se habla, claro, de una masculinidad tóxica en la que tras 40 años de investigación desde la APA queda enredada en conceptos como el estoicismo, la dominación, la agresividad, la competitividad o el sexismo. Más sobre esto en el artículo de La Vanguardia.
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